Históricamente el arte románico es el arte que predomina en Europa durante la alta Edad media, básicamente desde el siglo IX hasta el siglo XIII. Sin embargo la situación histórica de estos siglos tienes sus raíces en siglos anteriores cuando la desaparición del Imperio Romano produce una serie de cambios económicos, sociales y por tanto culturales. Dentro de los cambios económicos, el más significativo es la decadencia del comercio, por tanto de las ciudades y el desarrollo de un proceso de ruralización. La tierra se convierte en la pieza clave de la sociedad, no solo para los campesinos sino también para toda la gente que va ha ir abandonando las ciudades y concentrándose en las grandes propiedades. Todo ello va ha dar lugar al nacimiento de la sociedad feudal, una sociedad en la que todos sus miembros están unidos entre sí por lazos de dependencia, ya sean siervos o vasallos.
Va ha ser una sociedad muy rígida, cuya estructura va ha estar legitimada por la Iglesia cristiana. La Iglesia cristiana se va ha apoyar en los llamados “Padres de la Iglesia” y en particular en San Agustín, para hacer un paralelismo entre “la ciudad de Dios” y la “ciudad de los hombres”.
Según San Agustín, la “ciudad de Dios” esta estructurada en una serie de grupos invariables, por lo tanto la “ciudad de los hombres”, para ser como “la ciudad de Dios”, también tiene que estructurarse en grupos inmutables e invariables. Por ello surgen los bellatores, oratores y laboratores. Estos son los tres órdenes en los que se divide la sociedad.
De ésta manera la Iglesia cristiana se convierte en la principal garantía del mantenimiento del sistema y además la monopolizadora de la explicación del sistema. Estos significa que toda la vida cultural, desde el arte a la educación, está dominada por la Iglesia y controlada por ella. Así surgen muchos monasterios, iglesias y para difundir esa cultura van ha ir surgiendo las órdenes religiosas. La más importante es la orden benedictina, fundada por San Benito de Nursia, que desde la abadía de Cluny van ha ir difundiendo toda esta nueva cultura y proyectándola hacia el exterior por toda Europa. dentro de esta difusión cultural aparece el arte románico, llamado así en principio por analogía con el arte romano y posteriormente por analogía con las lenguas, porque el románico se difunde sobre todo en países de lenguas románicas.
Por lo tanto, en resumen, estamos ante un estilo internacional con un gran número de elementos comunes, aunque también con ciertas variedades regionales o nacionales debidas a las distintas influencias que en cada zona se tenían. Por ejemplo en España el románico recibe influencias musulmanas. De todas formas hay que subrayar que hay una gran unidad estilística, porque es la Iglesia la que va difundiendo todos los elementos artísticos o culturales, sobre todo a través de las rutas de peregrinación, que básicamente había tres: Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela.
2. Características generales de la arquitectura en el Románico.
La Iglesia cristiana es la que monopoliza toda la cultura y el arte durante la alta Edad Media y por lo tanto el templo es el arquetipo de todo el arte Románico. En principio se parte del esquema de la basílica paleocristiana, pero adaptándolo a las nuevas necesidades que surgen de un aumento de la población y sobre todo en la existencia de las peregrinaciones que obligaban muchas veces a que la iglesia se convirtiera, además de templo, en un lugar de alojamiento de los peregrinos. El resultado de todo esto es que se mantiene la planta de cruz latina, la cual se divide en tres naves de las cuáles la central suele ser el doble que las laterales. Lo que se llama el crucero (transepto) se amplia de la misma manera y todo lo que es la cabecera se llena de absides. La multiplicación de absides implica una multiplicación de capillas donde se guardan reliquias. La existencia de esas capillas de la cabecera que reciben el nombre de absidiolos, genera un espacio que recorre toda la iglesia y que recibe el nombre de deambulatorio. La idea de este espacio es aumentar el concepto de espacio- camino que existía en la Iglesia paleocristiana. De todas formas se pueden diferenciar otros tipos de plantas, como son:
Plantas de salón o basilicales:
Esta planta está relacionada con antiguos edificios públicos romanos y sobre todo, por las primeras iglesias paleocristianas y prerrománicas Se trata de iglesias longitudinales con 1, 3 ó 5 naves paralelas (espacio entre filas de arcadas) sin transepto y normalmente finalizadas en cabecera de ábsides semicirculares escalonados.
Planta de cruz latina:
A la disposición anterior se le añadía un brazo perpendicular saliente en planta (transepto) con lo que el resultado era de cruz latina. Ello simbolizaba la cruz de Cristo. Estas iglesias podían estar también rematadas en cabeceras con ábsides escalonados. Sin embargo, en iglesias de peregrinación y otros grandes templos las naves terminaban en una cabecera compleja formada por capilla mayor rodeada de una girola o deambulatorio de una o varias naves que la rodeaba y a la que se abrían capillas radiales. Un ejemplo español es
Plantas circulares o poligonales
Las iglesias de plantas circulares o poligonales son menos frecuentes. Normalmente son templos al servicio de comunidades de órdenes militares participantes en
Tenemos un claro ejemplo en
Planta de cruz griega
Otra planta ocasional es la de cruz griega, es decir, formada por dos naves iguales que se cruzan perpendicularmente en el centro. Un ejemplo en España es la de Sant Pau del Camp en Barcelona
Uno de los aspectos más significativos y definitorios de la arquitectura románica es la utilización del arco y de las bóvedas que permitían una mayor solidez al edificio y al mismo tiempo una mayor amplitud. El arco típico del románico es el arco de medio punto, y la bóveda es la bóveda de cañón, que esta sostenida por unos arcos menores en su interior, que son los arcos fajones, y en su exterior, por unos pilares, adosados al muro (contrafuertes).
El resultado de estos elementos son unas iglesias con unos muros muy grandes, muy espesos, con unas columnas grandes y muy bajas, normalmente rematadas por capiteles que empiezan siendo corintios y acaban derivando en formas muy variadas y con muy pocas ventanas (vanos). El resultado es una arquitectura muy sólida, la cual también tenía una función en sitos de la Península de refugio y casi de fortaleza. Además, es un edificio oscuro en el que la parte más iluminada es la del altar sobre el cual se instala una estructura poligonal que recibe el nombre de linterna o cimborrio, que si tiene ventana o vanos para que la luz ilumine esa zona especial que es la del altar. Este es un planteamiento arquitectónico que tiene un profundo sentido simbólico que es otra vez reforzar la idea de espacio- camino. Por último, en el interior de muchas iglesias suele aparecer un segundo piso que recibe el nombre de triforio, que sirve doblemente como tribunas para acoger a los fieles y en las iglesias de peregrinación como lugar de alojamiento de los peregrinos.
Por último hay que reseñar dentro de la arquitectura románica la especial importancia que tienen las fachadas, que se van a convertirán el gran elemento de referencia de
Planta de
- Materiales de construcción de la arquitectura románica
Los materiales básicos empleados en la la arquitectura románica son:
Piedra de sillería o sillar (bloque de piedra labrado como un paralelepípedo). Frecuentemente estos sillares eran marcados por los canteros con marcas para su posterior cobro. Las paredes así elaboradas tenían dos finas capas de sillería y en medio una masa de ripio (pequeñas piedras normalmente procedentes del tallado de los sillares).
La colocación o aparejo de la sillería puede ser a soga y tizón (alternando la disposición en forma paralela y perpendicular a la dirección del paramento), encintada, en hileras, etc.
Sillarejo (piedra más pequeña, de peor labrado y ajuste, realizada con martillo devastando directamente la piedra bruta).
Mampuesto (piedra no labrada o de labrado tosco). frecuentemente se usaba el "calicanto" a base de mampostería aglutinada con argamasa (mortero de cal, arena y agua).
Otros materiales usados fueron el ladrillo (sobre todo en España), la madera (para cubiertas de templos no abovedados), la pizarra y el barro cocido (tejas de tejados).
3. La escultura en el arte románico.
La escultura es el arte plástico principal del Románico. Tiene una principal característica que es la de ser un arte monumental, es decir, utilizado para decorar monumentos. Nos vamos a encontrar esculturas en los capiteles de las columnas, en arcos y sobre todo en los tímpanos de las puertas. Respecto a las características técnicas, hay que volver a los planteamientos del arte paleocristiano, o sea, rigidez, antinaturalismo, la abstracción… La temática es siempre religiosa, y dentro de esa temática hay una serie de motivos que se repiten con cierta frecuencia, por ejemplo el Pantocrator, que es una imagen de Cristo sentado en un trono bendiciendo. Otro motivo es el tetramorfos, que es un Pantrocrator rodeado por los símbolos de los cuatro evangelistas, que son un león para San Marcos, un águila para San Juan, un toro a San Mateo y un ángel para San Lucas. Junto a estos motivos se repiten otros que pueden ser retratos de santos, escenas bíblicas, y sobre todo los bestiarios, que son reproducciones de descripciones que aparecen en el libro del Apocalipsis de San Juan. Lo que interesa del conjunto de la plástica románica es entender su función pedagógica, es decir, la mayor parte de la población en esta época era analfabeta, por lo tanto la escultura como la pintura tenían como función ilustrar los textos religiosos que le sacerdote leía durante la ceremonia.
La mayor parte de la escultura románica estuvo integrada en la propia arquitectura, y tuvo una doble función estructural y decorativa. Así, las esculturas románicas integran el conjunto de la arquitectura religiosa. Los mejores trabajos se realizaron en Hildesheim (Alemania) en el siglo XI, incluyendo puertas de bronce, pilas bautismales, lápidas funerarias y otros objetos de mobiliario litúrgico. También en el sur (siglo XI) y norte de Italia (siglo XII) se hicieron hermosas puertas fundidas en bronce, destacando notablemente las de San Zenón el Mayor de Verona. En el valle del Mosela, Bélgica y la Francia septentrional, a comienzos del siglo XII, la escuela del Mosela produjo un gran número de esculturas en bronce, incluyendo la gran pila bautismal (1107-1112) de San Bartolomé de Lieja (Bélgica), realizada por Rainiero de Huy.
Las decoraciones escultóricas en piedra a gran escala fueron usuales en el siglo XII en toda Europa. En las iglesias románicas francesas de Provenza, Borgoña y Aquitania las esculturas decoraron con profusión las fachadas de los edificios, y las estatuas labradas sobre pilastras dieron un énfasis visual a los elementos verticales. En las catedrales de Toulouse, Autum y Poitiers pueden verse ejemplos excepcionales de la escultura arquitectónica francesa, conservada casi por completo en su estado original. En su composición y materia temática anticipan directamente las obras maestras de Chartres, Amiens y el resto de las catedrales góticas. En Lombardía y Toscana se hicieron trabajos escultóricos interesantes, sobre todo para las fachadas de las catedrales de Módena, Ferrara, Verona y Parma.
En la península Ibérica, dentro del primer románico de principios del siglo XI, destacan los dinteles o retablos de altar de San Genis les Fons (Rosellón) y de San Andrés de Sureda, donde aparece representada la maiestas domini acompañada por los doce apóstoles. El románico pleno se caracterizó por la escultura monumental en piedra para la decoración de los templos, tanto en las arquivoltas, tímpanos y jambas de sus fachadas como en los claustros de los monasterios, en los capiteles de las columnas o los canecillos y modillones de los aleros salientes. Destacan la puerta de las Platerías en Santiago de Compostela, con escenas del Nuevo Testamento, realizada a principios del siglo XII; las portadas del Cordero y del Perdón de San Isidoro de León, donde se representan el sacrificio de Isaac y el Cordero portado por ángeles dentro de su mandorla; los temas de
Iglesia de Santa Magdalena de Vézelay (Francia). Portada central
Un elemento clave en la transición hacia el estilo gótico son las estatuas-columna del famoso pórtico de la Gloria (fachada occidental) de la catedral de Santiago de Compostela (España, último tercio del siglo XII), obra atribuida al maestro Mateo. La organización del conjunto se hace eco del nuevo sentido naturalista idealizado de finales del siglo XII, al tiempo que las figuras que lo integran expresan sus sentimientos y empiezan a entablar lo que se denomina sacra conversazione, es decir, la comunicación entre los personajes sagrados.
En el ámbito de la escultura exenta o de bulto redondo destacan las representaciones de la Virgen sedente, entronizada con el Niño Jesús acomodado en su regazo y del Cristo crucificado o en Majestad, realizadas en madera y en la mayoría de los casos policromadas. Los más conocidos son los Cristos de Caldes de Montbuy y Batlló (en el Museo Nacional de Arte de Cataluña) y las Vírgenes de la catedral de Gerona o la de Covet, también en el Museo Nacional de Arte de Cataluña.
4. La pintura en el Románico.
La pintura románica que es un arte que ha empezado a ser valorado muy tardíamente, en concreto en el siglo XX. Por desgracia son bastante escasas las muestras que han quedado de esta pintura, pero se pueden establecer algunas características generales:
- El dibujo suele ser de trazos muy gruesos que ocupan todo el espacio.
- Los colores son muy planos y muy fríos básicamente.
- Casi todas las imágenes están en primer plano por lo que no hay perspectiva.
- Composiciones muy rígidas y antinaturalistas.
- Al igual que en la escultura, la pintura es un arte monumental, es decir, dedicado a decorar los edificios.
La pintura al fresco evolucionó durante el periodo carolingio. Entre los ejemplos conservados más antiguos de pintura mural prerrománica alemana destacan los de la iglesia abacial de San Jorge en Oberzel, en Reichneau; los de la capilla de San Silvestre en Goldbach, en la orilla alemana del lago Constanza; los de San Andrés, cerca de la antigua ciudad de Fulda, al noreste de Frankfurt. Sin embargo, el estilo de las pinturas murales que no se han conservado puede deducirse por los manuscritos miniados de la época. Estas obras continuaron en gran medida las tradiciones del arte paleocristiano y bizantino, pero incorporaron decoraciones muy complicadas, con motivos entrelazados de origen irlandés y zoomorfos germanos. Los ejemplos de pintura mural conservados incluyen motivos abstractos en los elementos arquitectónicos aislados, tales como columnas, y representaciones de escenas bíblicas y de las vidas de los santos en las grandes superficies murales. En estas composiciones, influidas por las pinturas y mosaicos orientales, las figuras son estilizadas y delicadas, ya que se concibieron como símbolos más que como representaciones naturalistas. De la extensa decoración mural realizada en otras zonas de la Europa occidental sólo se conservan algunos ejemplos, entre los que destacan los frescos, fechados en los siglos XI y XII, de las iglesias de San Juan de Poitiers y de Saint-Savin-sur-Gartempe, en la antigua provincia de Poitiers.
En el ámbito de la península Ibérica la pintura románica está muy bien representada en las áreas catalano-aragonesa y castellana. Se conservan importantes restos pictóricos murales de muchos templos. En algunos casos todavía se pueden observar in situ las decoraciones murales de la edad media, pero la mayoría de las pinturas han sido trasladadas a lienzos y se conservan en diferentes museos del país.
Deben distinguirse por una parte las representaciones murales pintadas al temple que cubrieron el interior de las iglesias, realizada sobre la superficie de los ábsides, la nave central y laterales o incluso el muro occidental, y por otra las pinturas sobre tabla de los antependios, piezas de madera rectangular que, con temas como el pantocrátor y el tetramorfo, la Virgen o las vidas de los santos, cubrieron los frentes de los altares principales.
Dentro de la pintura mural se distinguen dos corrientes pictóricas. Por una parte, la corriente ítalo-bizantina desarrollada en el área catalana que recoge las fórmulas orientales, y por otra la corriente francesa, que continúa las formas del arte carolingio u otónico, centrada fundamentalmente en el área castellana.
En la corriente ítalo-bizantina los conjuntos de pintura mural más importantes proceden de Cataluña, de las iglesias de Santa María y San Clemente de Tahull, Santa María de Esterri de Aneu y San Pedro de Burgal conservados en Barcelona (siglo XII, Museo Nacional de Arte de Cataluña). Las pinturas de la ermita de la Vera Cruz de Maderuelo (Segovia), conservadas en el Museo del Prado de Madrid, aunque pertenecientes al área castellana participan también de esta tendencia estilística, al igual que los frescos de la iglesia de San Baudelio de Berlanga (Soria), que se conservan en parte en el Museo del Prado y en diferentes museos y colecciones privadas estadounidenses.
La corriente de influencia francesa está representada por las pinturas de la primera mitad del siglo XII del Panteón de los Reyes de la colegiata de San Isidoro de León, así como por los frescos aragoneses procedentes de la iglesia de los Santos Julián y Basilisa de Bagüés (Zaragoza), conservados en el Museo Diocesano de Jaca.
Respecto a la pintura sobre tabla debemos de destacar los frontales de la Seo de Urgell y de Ix, el primero con la representación del Cristo en majestad con los apóstoles y el segundo con escenas alusivas a san Martín (ambos en Barcelona, Museo Nacional de Arte de Cataluña).
Los mosaicos tuvieron una influencia bizantina incluso mayor que la pintura y se usaron extensamente en la decoración de las iglesias románicas italianas, especialmente en la basílica de San Marcos de Venecia y en las iglesias sicilianas de Cefalú y Monreale.
Pantocrator de Sant Climent de Taull (pintura mural).
5. El urbanismo románico.
Dentro del arte Románico tiene una importancia primordial el tema del urbanismo, de modo que la ciudad medieval va a reflejar muchos de los aspectos de ese arte. La ciudad medieval va a tener una gran importancia en Europa, aunque en algunas ocasiones se compite con la importancia de la ciudad islámica. La convergencia de ambas ciudades, medieval e islámica, se observa por ejemplo en
La ciudad cristiana
La ciudad medieval cristiana responde a otro modelo de relación social, heredado de Roma y Grecia. Tienden a la regularidad geométrica y adaptarse a la topografía, si bien la poca exactitud con que se construyeron les da cierta disconformidad. No faltan ejemplos de irregularidad fruto de su origen multipolar y de la evolución histórica. Ciudades como Salamanca, Segovia o Soria nacen tras el amurallamiento de varios núcleos rurales próximos, los cuales irán creciendo hasta llegar a ser uno solo.
La intención de las ciudades medievales no es ser irregulares, por lo que encontramos en ellas varios tipos de planos básicos: circulares, lineales, bastidas (ortogonales), etc., generalmente adaptados a la topografía y en trono a un castillo. La servidumbre de los caminos interiores, y la diferente estructura y organización inicial de cada núcleo, conforman, con el paso del tiempo y la colmatación urbana, una ciudad irregular.
El caserío es pobre, tiene vanos abiertos al exterior y la calle es un lugar de convivencia, por lo que se tiende a que existan lugares públicos: pequeñas plazas, iglesias y plazas porticadas.
En la sociedad medieval existe una profunda división entre dos tipos de vida, la rural y la urbana. La vida urbana se caracteriza por tener una serie de privilegios derivados de un sistema jurídico especial: el fuero. El fuero concedía a los villanos el privilegio de ciertos oficios, exenciones y obligaciones fiscales, y la celebración de ferias y mercados.
Las ciudades cristianas no eran demasiado grandes, unos 15.000 habitantes, y no tenían una desvinculación muy grande del campo, muchos de sus pobladores se dedicaban a tareas agrícolas.
En
Con las murallas aparecen también los arrabales extramuros al borde de ellas, y en principio un poco alejadas, para no dificultar su defensa. Sin embargo, no es la función militar la razón más importante para construir murallas; en España
Como en las ciudades musulmanas, la segregación funcional del espacio es muy acusada. Los diferentes oficios se localizan en determinadas calles y barrios; en ellas los gremios controlan la producción, la calidad, la venta y el acceso a la profesión. Algunos de los gremios estarán privilegiados.
Las ciudades cristianas tenían una participación activa en su gobierno, por medio de los ayuntamientos y la catedral, que eran los ejes de la política ciudadana. Algunas de ellas tenían acceso a las Cortes, que se reunían fundamentalmente para prestar homenaje al rey y para conceder impuestos extraordinarios. La burguesía medieval, urbana y feudal, controlaba el gobierno de las ciudades.
Uno de los lugares fundamentales de la ciudad es el mercado, que se situaba en alguno de los espacios abiertos: una plaza asoportalada, una puerta de entrada, o el cementerio, si no había plazas dedicadas a tal fin. En la ciudad cristiana no había mercado permanente, ni tiendas, aunque se podía ir a comprar los artículos de consumo a los productores, en sus barrios.
Las servidumbres colectivas en
La escasez y decadencia de los centros urbanos tras el siglo III provoca que los reyes medievales tengan que volver a ocupar ciudades tradicionales (León en el 856 que había sido abandonada) o que se funden ciudades de nueva planta. La fundación de ciudades, y bastidas, consiste, fundamentalmente, en la concesión de un fuero que presente una ventaja sobre el medio rural y que favorezca la población de la urbe. Pero no faltan ejemplos de ciudades espontáneas, que se crean en los cruces de caminos de los grandes ejes económicos como el camino de Santiago, los ríos navegables, en la desembocadura o en el límite de la navegación, como en el Sena o en el Rin.
La ciudad medieval es un espacio privilegiado en un entorno feudal con fuertes servidumbre personales.
La ciudad islámica
La ciudad islámica responde a un tipo de sociedad introvertida y fuertemente jerarquizada en la que las relaciones comunitarias son mínimas. La vida se desarrolla dentro de la vivienda, muy espaciosa y lujosa. El aspecto de la ciudad islámica es muy pobre ya que tiende a carecer de adornos. El callejero es irregular y estrecho en el que con frecuencia hay calles que no tienen salida y adarves. Son auténticos laberintos. Muchas de estas calles forman barrios con puertas que se cierran por la noche y los días de fiesta, aislándolos del resto de la ciudad. No hay en la ciudad islámica plazas, edificios públicos y de diversión, como teatros y circos. Los únicos lugares comunes son los baños, el zoco y la mezquita.
La ciudad medieval islámica está amurallada y por lo tanto tiene puertas en las que se pagan impuestos de paso por las mercancías. Tras las murallas surgen barrios de arrabales, frecuentemente especializados, donde se sitúan los oficios no deseados dentro de la ciudad, como los curtidores. En la ciudad medieval islámica existen tiendas fijas y mercados permanentes, cosa que no encontramos en las cristianas; no en vano su población supera en mucho a estas.
La casa islámica es el lugar donde se desarrolla la vida, tiene un patio ajardinado interior y dos tipos de estancias: las privadas o harén, y el salámlik en donde se reciben las visitas.
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