domingo, 13 de enero de 2008

Contextualizacion de la Edad Media

Contextualización y características de la Edad Media:

La Edad Media es un amplísimo periodo histórico qu abarca más de un milenio. Aunque en ocasiones no hay pleno acuerdo sobre las fechas que dan comienzo y final de esta etapa, normalmente, y por cuestión de convención, se sitúa entre la caída del Imperio Romano de Occidente en el año 476 y el descubrimiento de América en 1492.

Estas fechas tienen la suficiente relevancia histórica para acotar conceptualmente la Edad Media pero lógicamente no son más que simples referencias, pues la historia que es multidimensional (política, sociedad, cultura, espiritualidad, etc.) no puede acotarse de forma tajante mediante hechos concretos por muy importantes que sean.

El propio nombre de Edad Media, como otros muchos que se emplean para designar movimientos artísticos de este periodo, no es otra cosa que una denominación peyorativa y descalificante que inventaron los hombres del "Renacimiento" para designar lo que ellos consideraban una etapa oscura y de transición entre el gran mundo grecorromano y la recuperación del Clasicismo en los siglos XV y XVI.

Así, la Edad Media sería una especie de túnel de barbarie e incivilización en el que la Humanidad habría entrado durante diez siglos tras la caída de Roma y el renacer de las tradiciones latinas y griegas.

Esta idea es más o menos aceptada en Occidente hasta el siglo XIX. Es estos años, coincidiendo con un renacer de la historiografía, una revisión de las ideas asumidas y el furor nacionalista de las sociedades occidentales, se vuelve a mirar a la Edad Media con nuevos ojos. Es la etapa del Romanticismo que considera el mundo medieval como la fase de gestación y consolidación de los países de Europa y su sentimiento de identidad nacional. Durante gran parte del siglo XIX la arquitectura europea va a estar dominada por los movimientos historicistas neomedievales, como el neorrománico y especialmente el neogótico. En España, además, el periodo romántico de la arquitectura va a ocuparse del que se consideraba como único estilo artístico verdaderamente castizo español, el mudéjar, y se edificaran numerosos edificios neomudéjares e incluso en un revival de la arquitectura y ornamentación islámica andausí.

Estos dos extremos de opuesta consideración sobre la Edad Media se sigue viviendo en la actualidad. Tal hecho se aprecia en la literatura y el cine (especial mención hay que hacer del exitoso, y a veces oportunista, género de la "novela histórica" tan de moda en estos últimos años) que frecuentemente estereotipa las grandezas y miserias de estos mil años sin llegar a centrar convenientemente su compleja realidad social y cultural.

Mil años de historia de Occidente no pueden ofrecer un aspecto homogéneos por lo que el estudio de la Edad Media no sólo ofrece distintas versiones (política, bélica, cultural, etc.) sino constantes cambios cronológicos.

Etapas de la Edad Media en Occidente

Los primeros siglos de la Alta Edad Media es considerada como el periodo medieval más oscuro como consecuencia de la relativa pérdida del orden y la cultura romanas. Las guerras y la violencia fuerzan la consolidación de un sistema feudal de intercambio de servicios y contrapartidas.

Durante esta etapa se suele olvidar el brillo cultural y artístico remansado en el Imperio Romano de Oriente, convertido en el Imperio Bizantino que, a pesar de sus muchos conflictos, conservó el acerbo cultural y científico romano y lo irradió al resto de Occidente mediante influencias directas e indirectas (árabes de Al_andalus y siglos más tarde durante el conflicto de las Cruzadas)

Más conocido es el efímero pero fructífero renacimiento carolingio de los siglos VIII y IX que puso las base de lo que dos centurias más tarde se vendría en llamar el Renacimiento Románico.

Dicho renacimiento, producido en el siglo XI, es consecuencia de una combinación de mejoras de tipo técnico, político y económico surgidas poco después del emblemático y apocalíptico año 1000 y es la etapa de florecimiento del mundo religioso y cultural monástico que se plasma en un revivir sin precedentes de arquitectura, escultura, pintura, iluminación de manuscritos, etc.

ambién se considera consecuencia de la activación del fenómeno de las peregrinaciones y del sentimiento de defensa de la fe mediante el espíritu de cruzada, que paradójicamente activó el trasvase de nuevas ideas por el trasiego de gentes viajeras que supuso.

Será precisamente esta progresiva apertura e intercomunicación la que irá transformando la sociedad y la percepción del mundo que tendrá como clímax el siglo del gótico, el XIII.

Esta centuria vive el renacer de las ciudades y la vida urbana, el traslado del protagonismo de los monasterios a las catedrales y parroquias urbanas, el declive de las órdenes monásticas anteriores en beneficio de los conventos mendicantes, la creación de universidades y una revalorización de los aspectos relacionados con la naturaleza y el hombre.

La crisis y muerte de la Edad Media

Tras el brillo de los siglos XI, XII y XIII, la Baja Edad Media vivirá durante el siglo XIV su periodo de mayor crisis de la que Europa tardará tiempo en recuperarse y que, de alguna manera, abocará a una renovación de puntos de vista sobre el hombre y la vida que conducirán al renacimiento.

En efecto, este siglo XIV traerá a Europa todo tipo de calamidades, como conflictos bélicos constantes y especialmente la epidemia de la Peste Negra que asoló gran parte de Europa a mitad de siglo y que según diversos historiadores acabó con la vida de la mitad de la población.

El problema religioso y su repercusión:

El Cristianismo se había convertido en la religión oficial del Imperio Romano en el siglo IV y había empezado a extenderse entre las tribus germánicas antes de la caída de Roma. La división del Imperio Romano en dos, el de Oriente y el de Occidente, resultó también en una partición en el seno de la Iglesia Cristiana. La parte occidental, centrada en Roma, se convirtió en católica; la parte oriental, centrada en Constantinopla, se convirtió en ortodoxa. En el siglo VII surgió en Arabia el Islam, una de las grandes religiones del mundo.

El cristianismo

La expansión del cristianismo entre los bárbaros constituyó una poderosa fuerza civilizadora y ayudó a asegurar que algunos vestigios de la ley romana y del latín continuaran en Francia, Italia, España y Portugal. Sólo en Inglaterra el cristianismo romano sucumbió ante las creencias paganas. Los francos se convirtieron al catolicismo durante el reinado de Clovis y, a partir de entonces, expandieron el cristianismo entre los germanos del otro lado del Rin. Por su parte, los bizantinos extendieron el cristianismo ortodoxo entre los búlgaros y los eslavos.

El cristianismo fue llevado a Irlanda por San Patricio a principios del siglo V, y desde allí se extendió a Escocia, desde donde regresó a Inglaterra por la zona norte. A finales del siglo VI, el Papa Gregorio el Grande envió misioneros a Inglaterra desde el sur. En el transcurso de un siglo, Inglaterra volvió a ser cristiana.

Los monasterios

Durante los disturbios de la Edad Oscura, unos cuantos cristianos fuertemente comprometidos se retiraron de la sociedad para vivir como ermitaños, normalmente en el salvaje e inhóspito límite de la civilización. Los ermitaños, a su vez, inspiraron a los clérigos más convencionales a realizar votos de pobreza y de servicio como respuesta a las enseñanzas de Jesucristo.

Muchos de estos clérigos formaron nuevas comunidades de religiosos afines que recibieron el nombre de monasterios. El Papa Gregorio alentó la construcción de monasterios por toda la Europa cristiana. En algunas zonas de Europa, pronto se convirtieron en los únicos reductos del saber. Hay quien opina, por ejemplo, que los monjes irlandeses preservaron la civilización en sus monasterios. Los monjes irlandeses se desplazaron a otras zonas europeas para enseñar y revivir el interés por el saber. Los monasterios eran la principal fuente de hombres instruidos capaces de ayudar en la administración del gobierno, por lo que muchos adquirieron importancia como asistentes y consejeros reales.

Con el tiempo, los monasterios se enriquecieron por las donaciones de tierras, como le había pasado a la iglesia romana. Se fundaron distintas órdenes religiosas con diferentes objetivos. Algunas vivían replegadas en sus propios intereses; otras formaban a misioneros para enviarlos a tierras salvajes; otras aconsejaban a los papas en materia doctrinal; y otras proporcionaban importantes servicios comunitarios como el cuidado de ancianos y enfermos o el socorro a los necesitados.

El Islam

El Islam fue fundado en Arabia en el siglo VII por el profeta Mahoma. Se propagó rápidamente e inspiró un gran movimiento de conquista. El mapa político de África del Norte, del Medio Oriente y de Asia central cambió casi de la noche a la mañana. La Península Ibérica, el Medio Oriente, Asia Menor, Iraq, Irán, Afganistán, parte de la India, Paquistán y parte de Rusia se convirtieron al islamismo. Durante el breve periodo en que el Imperio Islámico permaneció unido, amenazó con cumplir su objetivo de convertir al mundo entero a sus creencias. La estabilidad y el crecimiento económico del nuevo mundo islámico trajeron una paz y prosperidad a sus territorios que eran desconocidas en la Europa occidental del momento. La cultura musulmana sobrepasó a la bizantina en las artes, las ciencias, la medicina, la geografía, el comercio y la filosofía.

Los conflictos entre los musulmanes y los cristianos dieron como resultado las Cruzadas, una serie de intentos por parte de la Cristiandad Occidental para reconquistar Tierra Santa en Palestina.
Los peregrinos

Los cristianos daban muestras de fe peregrinando a Roma, Santiago de Compostela e incluso Jerusalén. Los que habían visitado Santiago de Compostela, prendían conchas de vieira a sus sayales como símbolo de distinción.

Las Catedrales

A partir del siglo XII, y debido a la prosperidad de la época, se desarrollaron las artes, especialmente la arquitectura. La catedral se convirtió en el símbolo permanente de la arquitectura de la Edad Media. Se erigieron magníficos templos en agradecimiento a Dios por las bendiciones otorgadas a su pueblo. Las ciudades competían por tener la más bella catedral con las agujas más altas apuntando al cielo. La mayor inversión de capital durante el periodo, toda una fortuna, se destinó a la construcción de catedrales, cuyas obras tardaban más de un siglo en concluir.

El material predominante en la construcción de las catedrales era la piedra, que minimizaba el peligro de incendios. Por otra parte, el acero escaseaba y el hierro era demasiado endeble para sujetar los inmensos edificios de altura sin precedentes. Los arquitectos desarrollaron nuevas soluciones a viejos problemas, ideando el arco apuntado y los arbotantes para desplazar el peso de la carga de los techos abovedados hacia los macizos soportes de piedra. Las nuevas tecnologías hicieron posible la construcción de grandes catedrales, grandes vidrieras (con frecuencia bellamente adornadas con vidrios de colores) y altas agujas. Los franceses fueron los pioneros en la construcción de las nuevas catedrales. En el 1163, se inició la construcción de Notre Dame en París, que acabó 72 años más tarde. Las obras de la catedral de Chartres comenzaron en 1120, concluyendo en 1224 tras haberse incendiado dos veces durante su construcción.

Las catedrales constituían una gran fuente de prestigio y de orgullo cívico. Por su parte, los devotos y los peregrinos eran un creciente manantial de ingresos para las ciudades con catedral.

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